Carta a la primera musa



La curiosa niña su mano movía
Para a esos seres enigmáticos la vida dar
Pero ella adivinar no  podía
Que esa visión todo lo iba a cambiar.

De la guitarra las cuerdas sentía vibrar
Abriendo a la creación su corazón
Preguntándose que ideas ese pequeño ser le podía entregar
Convirtiéndose en abundante bendición.

Sus ojos cubiertos en vidrio una llama en su alma encendieron
Al ver su mano por el papel mover presurosa
Y al observar sus dedos las cuerdas mimar
Con expresión concentrada y cariñosa.

La acaricia con amor y delicadeza
Porque es para vivir su única razón,
Actúa como si fuera su mujer a quien besa
Con una desusada y violenta pasión.

¿Qué notas nuevas de tu alma brotarán?
Una pregunta que de respuesta carece
La vida te sacude como el mar,
Eres fuego aparecido de repente
Cuya marcha no puede ya parar.

Porque eres vida, ya lo dije,
Eres inspiración,
Eres la luz que ilumina el invierno frío
Eres el abrazo que el pecho desprotegido pide.
Para la regla eterna, la excepción.

Eres tantas cosas que papel me falta
Para contener tu indomable espíritu
Tu ansiedad me roba la calma
Mi ser no puede contener tu creativo  y vital ímpetu.

Eres aquella musa que por vez primera en mi ser despertó
De dar vida el deseo incontenible
Eres  aquella llama que dentro de mí se encendió
Dando a la prosa una fuerza inconcebible.

Nos vemos en la eternidad de  la nota que no decae
Y la canción nunca antes cantada,
Haz que mi pluma tu esplendor retrate
Con una historia bellamente narrada.

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